El inicio de marzo puso en acción a estos cinco villenses que tuvieron la oportunidad de recorrer el conocido trayecto, incluso internacional, denominado “Los Siete Lagos”.
Paisajes únicos que el sur argentino brinda, una geografía desafiante y valores humanos que reflotan colectivamente ante una travesía, hicieron de este viaje -para el grupo- una de sus experiencias más increíbles que compartieron con Tribuna Sur.
Los cinco partieron en auto desde Villa hasta San Martín de Los Andes, desde donde encararon una aventura de cinco días.
Más allá del nombre, el recorrido consta de diez lagos desde el Lácar hasta el Nahuel Huapi que el quinteto disfrutó por primera vez.
Los cinco se fueron turnando para contarnos con detalles y un deleite todavía intacto, la hazaña emprendida: “Los primeros 30 km. fue de ascenso y todo lo que es subida es la parte más difícil por el peso que uno lleva, pero aún así no tuvimos problemas. El primer día, por la mañana en San Martín de Los Andes, ascendimos 1200 m. por el mirador Bandurria y con Mauro nos caímos. Primero uno, después el otro… en fin, partes graciosas del viaje pero es cuando afloran los valores de grupo, al menos nosotros nos ayudamos levantándonos (risas). La verdad es que son casos en que el compañerismo es lo que prima y el ánimo nunca decae. Uno se encuentra haciendo deportes con ese tremendo paisaje de marco, es incomparable”; destacó en un inicio Humberto.
Mauro comentó que se enganchó porque “Humberto me trajo la propuesta, a él también se la habían comentado y como nos encanta andar en bici decidimos ir. Fue una experiencia enorme. Siempre te deslumbrabas en cualquier momento, en el día con el paisaje, por la noche con fogatas al lado de un lago, todo se hace único. Yo quiero destacar el trabajo de nuestro compañero Valentín, que por razones de trabajo no pudo estar presente en la charla, porque él fue el que más sacrificio hizo. Nosotros fuimos con una bici de mountain bike pero él se animó con una bici de calle común, sin amortiguación y 18 cambios con la que anduvo a más 60 km. por hora en ríspido, y la verdad que se la re aguantó”.
Mauro compartió el viaje con su papá Oscar, quien cumplió el rol del arengador que todo aventurero necesita al lado: “La verdad que yo fui más un apoyo logístico y moral ya que le alcanzaba el agua, les daba aliento… No conocía como el resto pero justamente se trataba de descubrir a medida que andábamos. Si bien no anduve en bici compartí con ellos toda la experiencia, los percances, las caídas y todos siendo momentos muy amenos, fue realmente muy lindo y cada instante hizo que este viaje fuese único, como sus paisajes”, aseguró.
Franco también se mostró deslumbrado por lo vivido. “Para mí fue muy lindo y a la vez difícil pero nada que no se pueda hacer. El lugar hace que todo sea llevadero y si vas con amigos más todavía. Si a uno le gusta la tranquilidad esto es altamente recomendable. Pasamos noches frescas en camping agrestes y nos manteníamos con fogatas, y así y todo eran noches fantásticas. Hasta nos quedaron ganas de volver a hacerla”; manifestó.
Y en un punto más que importante concordaron todos: “En ningún momento se te pasa por la cabeza dejar de hacerla ni pensás en volverte. Nosotros estábamos muy bien y al que le gusta el turismo aventura le va a gustar mucho”, sentenciaron.
Aprendizajes y los mejores recuerdos
Mientras subían y bajaban montañas, paraban para sacarse fotos en los diferentes lugares y charlar con la gente, obviamente se dieron todo tipo de anécdotas que siempre serán contadas.
Hubo caídas de varios, alguna que otra bici que regresó rota y, como no podía dejar de pasar, perdidas. No de objetos sino de personas: “Humberto se había perdido así que tuvimos que buscarlo. Lo encontramos en el Lago Espejo Chico y ese es un recuerdo genial porque en realidad demuestra que nunca nos dejábamos, siempre trabajábamos juntos”, contaron mientras se reían.
Hubo otro momento en que se perdió casi el grupo entero: “Valentín y yo íbamos en la chata porque a él se le había roto la bici. De repente perdimos de vista a los chicos y cuando llegamos al lugar de parada, resulta que nos llamaban por teléfono. ¿Quién podría ser si no conocíamos a nadie?, Franco, Humberto y Mauro que esta vez se habían salido de camino ellos. Lo bueno es que volvieron a hacer el recorrido y llegaron”, siguió recordando Oscar.
Este tipo de experiencia marca a cada uno que la vive, ayuda a conocerse mejor a uno mismo. Cada uno fue valorizando diferentes aspectos de unas vacaciones que, seguramente, les signifique una bisagra, un cambio de estilo a sus preferencias vacacionales.
“Yo lo hice por primera vez lo hice y me dejó un pensamiento netamente positivo con respecto al sur del país, al que uno le tenía cierto respeto por el frío pero resulta que con toda su geografía tan distinta a la que estamos acostumbrados, es hermoso y uno lo quiero seguir conociendo”, dijo Humberto.
Mauro aseguró que “la solidaridad que nace es genial. Siempre fuimos para adelante aún con los percances y el plus de hacerlo en bici es terrible. Se afianza el compañerismo ya que siempre viajábamos a la par. El lugar es único, de mucha paz, de esos silencios tranquilizadores”.
Oscar seguía hablando de la geografía: “El oxígeno, el sol, la geografía, todo era incomparable. Nosotros estuvimos en medio de temperaturas muy bajas, con heladas en una carpa y aún así se disfrutaba mucho. En el día te podías meter al agua. Era diferente”.
Y Franco habló de la gente: “Te encontrás con personas súper solidarias, dadas, afectivas y acostumbradas a los turistas. También ha muchas comunidades aborígenes. Es muy lindo”.
Cada momento del viaje fue documentado y archivado. Y desde su regreso que no paran de compartir la experiencia con todo. Además de tener un blog, se puede ingresar a www.apedalesvc.com.ar en donde se encontrarán con material de videos y fotográfico para conocer, interesarse y, por qué no, contagiarse y animarse como estos cinco villenses. Sólo es cuestión de coincidir en las ganas aventureras.
