Néstor Gabriel Leone escribe sobre un enviado de Karl Marx

El figherense presentó su novela “Soplar sobre cenizas” y al respecto detalló que “es la historia de Raymond Wilmart, el enviado de Karl Marx a la Argentina, quien llegó para reorganizar a los militantes revolucionarios. Su vida es tan zigzagueante como nuestra historia, por eso creo que valía la pena desempolvar su nombre. Es una vida de novela, que merecía una novela”.
En una nueva entrega la Escuela de Oficios y Saberes entrevistó a Leone, sobre su novela “Soplar sobre cenizas” presentada en la localidad de Fighiera, de donde es oriundo el escritor y novelista quien contó “ya llevo más de 28 años en Buenos Aires. Me fui a estudiar Sociología en la UBA, pero como dice Aníbal Troilo en «Nocturno a mi barrio» y repetí en la presentación en Fighiera de hace unos días, no me fui del todo porque <siempre estoy llegando>”.
El escritor y su libro
“Soplar sobre cenizas es la historia de Raymond Wilmart, el enviado de Karl Marx a la Argentina, un personaje tan extraordinario como poco conocido que reconstruye su vida, en primera persona, desde la década del treinta, ya en su ancianidad, temiendo a la decrepitud y escuchando tangos de Ignacio Corsini”, describió el autor.
En tanto continuó “Wilmart llegó para reorganizar a los militantes revolucionarios que estaban en Buenos Aires y tuvo un itinerario distante de lo que se esperaba de él. Su vida es tan zigzagueante como nuestra historia, por eso creo que valía la pena desempolvar su nombre. Es una vida de novela, que merecía una novela”.
El nacimiento del libro
Respecto al surgimiento de la obra confirmó que fue “cuando descubrí las tres cartas que se conservan entre las muchas que le había enviado a Marx”, y comentó “tienen un poder descriptivo enorme del país que se encontró en 1872, cuando llegó con 22 años. Allí es pesimista respecto de las posibilidades revolucionarias y le cuenta a Marx sus ganas de regresar cuanto antes”.
“No solo no regresó, sino que vivió 65 años en el país y hoy está enterrado en el Cementerio de la Recoleta”, precisó y retomó “las cartas que Marx le enviara a Wilmart se convirtieron en cenizas, quemadas por su familia, incomodada por ese vínculo. A poco de llegar, Wilmart se casó con una hija de la aristocracia cordobesa e ingresó en los círculos de la elite”.
Un revolucionario en los círculos de la elite
“El revolucionario cambió solo parcialmente”, declaró y agregó “en el libro se sostiene que Wilmart llegaba con varios mandatos. Por un lado, el mandato de Marx y el Congreso de la Haya que le pedía reagrupar a los militantes que habían huido de la represión de la Comuna de París y alejar a los trabajadores de la influencia anarquista”.
“Pero también venía con el mandato soterrado de su historia, como hijo rebelde de la nobleza belga de la que provenía y aquí encontró el mandato de la familia patricia a la que accede. En la ficción se juega con esa tensión, como fantasmas que regresan y que trata de conjurar”, afirmó.
La novela y su estructura
En este sentido, explicó que “son cinco encuentros o capítulos, distintos entre sí, entre Wilmart y un interlocutor que no se sabe bien quién es, porque no están escritas sus intervenciones. Es un diálogo entre dos donde solo aparecen las intervenciones de ese personaje y narrador. ¿Quién es ese otro? Se desconoce si es un simple curioso que quiere indagar en su vida, si es un enviado de la familia para apropiarse de las cartas o si es él mismo de joven, a la manera de «El otro» o «Veinticinco de agosto, 1983», los cuentos de Jorge Luis Borges. Ese juego atraviesa la novela”.
Otras cuestiones en el libro
“Hay varios juegos literarios y varios intertextos, incluso musicales”, manifestó y añadió “está basada en hechos reales, pero no es una novela histórica. Es la voz de Wilmart en la ancianidad la que habla, desde la década del treinta, un momento de profundas transformaciones en el país y en el mundo, desde la crisis de las democracias liberales al surgimiento de los fascismos en Europa, desde el llamado “fraude patriótico” de los conservadores que no sabían qué rumbo darle al país luego de la crisis del modelo agroexportador al asesinato del senador Enzo Bordabehere en el Senado. Un momento, en definitiva, donde entran en crisis muchos valores e ideas”.
Ante esto reflexionó “supongo que también los que Wilmart supo construir en su nueva vida en Argentina. De alguna manera, la novela es una forma de repensar, desde la historia y la literatura, muchos de los temas que me preocupan, incluso para pensar nuestros problemas de hoy”.
El personaje a su llegada
“Wilmart llega en la década en que se construye el Estado Nación, en un momento de disputa en el que se dirime el tipo de inserción del país en el mundo”, relató y siguió “contrariamente a lo que sucedió con Estados Unidos, Canadá o Australia, nuestra elite, que fue progresista en algunos aspectos, diseñó un esquema de alta concentración de las tierras ganadas a los indios cruentamente y se negó a construir un mercado interno fuerte”.
“De ahí el rol de Buenos Aires como aduana y puerto privilegiado, y ese país que va perdiendo peso a medida que nos alejamos de Buenos Aires. Esa ciudad, en definitiva, que quiso ser París, como se dice en la novela, pero no estuvo dispuesta a construir una nación integral e inclusiva. En la novela también se invierte el sentido del dilema civilización o barbarie de Sarmiento”, señaló.
Dilema de civilización o barbarie
“El Wilmart que llega en 1972 no se diferencia demasiado de Sarmiento, que entonces era presidente. Era positivista y su mirada eurocéntrica. Si para Sarmiento, la barbarie era un obstáculo para conformar el Estado Nación, para ese Wilmart lo era para llevar a cabo el proceso de cambio social que lo traía al país. Pero en su ancianidad, con otro balance de la historia política del país y con el temor a lo que ve en esa década infame, imagino a un Wilmart diciendo que la barbarie, en verdad, acecha desde la trinchera de la civilización. Aquí hay otro juego literario con Borges y su «Poema conjetural». Otros temas de la novela son la traición, la vejez, la violencia clasista y el desencuentro de las izquierdas con lo popular”, explicó.