Un villense en los Juegos Olímpicos


“Más allá del oro”
Por Sebastián Agustinelli
Periodista FOX Sports
En enero me comunicaron que iba a viajar a Río de Janeiro para realizar, junto a un gigantesco equipo de FOX Sports, la cobertura de los Juegos Olímpicos. Cuando en el año 2000 decidí estudiar periodismo deportivo en Buenos Aires, dejado mi querida Villa Constitución, nunca imaginé que este momento iba a llegar.
Después de 16 años llegó la mágica y única oportunidad con sentimientos encontrados: un mes lejos de mis dos amores, mi hija y mi mujer, más la ansiedad por empezar a trabajar en los Juegos. También sentía que llevaba conmigo el cariño de mi familia y amigos que están en Villa Constitución.
De alguna forma, sin hacer demagogia, sentía que los representaba a todos. Al sueño de cualquier villense que ve todo lejano pero que si todo conspira y uno lucha por sus sueños puede lograr. Nada puede detener a una persona y menos a un villense ¡Ahora sí estoy siendo demagogo!
El 22 de julio llegué a la “Ciudad Maravillosa” y enseguida nos mostró su peor cara: el tránsito. Desde el Aeropuerto Internacional de Galeão tardamos aproximadamente tres horas para llegar, en auto, a Barra da Tijuca, donde está ubicado FOX Brasil, el Parque Olímpico, la Villa Olímpica y hasta el lugar dónde íbamos a vivir durante un mes. Todavía no estaba habilitado el carril olímpico para los autos acreditados y por eso también el embotellamiento constante nos jugaba una mala pasada.
Desde el auto, a paso de hombre, veíamos un paisaje inigualable. Entre las favelas (nombre que se le da a los asentamientos), hermosos lagos como la Lagoa Rodrigo de Freitas donde se realizarían las pruebas de remo, y morros imponentes íbamos abriéndonos paso traspasando túneles que se construyeron por debajo de morros para darle lugar a autovías.
A medida que avanzábamos la vista fue mutando a playas. Copacabana, Leblon, Ipanema para luego llegar a Barra da Tijuca. La brisa del océano atlántico y el furioso ruido del mar, como un león, pusieron música a nuestra llegada y sería la sinfonía en cada despertar de mis días. El panorama encantador y el calor fueron moneda corriente.
La avanzada
Llegar con tanta antelación al inicio de los juegos nos permitió conocer el paño y ver cómo de a poco se terminaban las obras en las instalaciones. Hasta último momento se ajustaban detalles en los venues donde se desarrollarían las competencias y sobre todo, a contrarreloj, se trataba de culminar con obras en la Villa Olímpica.
Las primeras delegaciones en llegar fueron las que más sufrieron estos pormenores. Problemas de luz y gas generaban malestar en los atletas.
Algunas competencias iniciaron el 3 de agosto y la inauguración fue el 5. Nosotros empezamos con nuestra cobertura olímpica el 23 de julio. Tuvimos 11 días donde tratamos de llevar desde la pantalla de FOX y sus plataformas digitales, todo lo que iba sucediendo.
Las primeras coberturas consistieron en mostrar color, recorridos por los lugares más representativos: Copacabana, Ipanema, Santa Teresa y su colorido Bondinho, en las famosas Escaleras de Selerón en Lapa.
Montamos muchas guardias periodísticas en la Villa Olímpica. Allí tuvimos la suerte de estar bien cerca de las delegaciones que llegaban. Momento único.
El sueño hecho realidad
Trabajar para una empresa tan grande y en un evento de esta magnitud demanda una responsabilidad importante. El gozo de vivir los Juegos Olímpicos desde adentro, la emoción de estar con atletas de todos los países hacen que uno se olvide de dormir. El trabajo era continuado y consistente.
Algunos programas de FOX Sports se emitían desde La Terraza Olímpica. Ésta estaba ubicada justo enfrente del Parque Olímpico, por lo que podíamos ver como miles y miles de espectadores llegaban para alentar a sus delegaciones. Parecían pequeñas hormigas entrando y saliendo del hormiguero con colores, cánticos, banderas y mucha emoción.

Tuve la suerte de haber compartido momentos inolvidables con compañeros de trabajo del área digital, de producción, periodistas, sonido. Todos fuimos una gran familia durante ese mes integrada por colombianos, chilenos, mexicanos y argentinos. Todos, una gran nación integrando el equipo de Fox.
Las medallas iban teniendo sus dueños. Algunas frustraciones las vivíamos como propias. Sobre todo cuando uno ve el dolor de un deportista por no lograr una presea.
Pero esto es así. Es un juego. Un deporte. El premio es llegar, estar en la justa olímpica. Luego vendrán cuatro años para volver a lograr el cupo. Pavada de misión.
El Cristo Redentor parecía custodiarnos a todos. Tuve la suerte de visitarlo para realizar unas notas color y es imponente.
Me emocionó cuando estaba en una cobertura en la Casa Argentina, que se ubicaba en la calle Embaixador Abelardo Bueno, y de repente apareció Paula Pareto que horas antes había ganado su oro. Me di el gusto de hablar con su madre también. Una dulzura de persona a la que abracé.
Me salió el cholulo cuando vi a Asafa Powell y a Usain Bolt en la presentación del Team Jamaica. Los admiro y los tuve muy cerca. Cada día una emoción diferente, una sorpresa nueva.
Haber trabajado con ex representantes olímpicos argentinos como José Meolans, Alejandra García y Fede Molinari me llenaron el alma. Darme cuenta que más allá de la idolatría y admiración que pueden generar, también ganan el corazón de todos por ser buenas personas.
Aprendí mucho de Milagros Lay González. Una periodista que lleva en sus espaldas muchos Juegos Olímpicos.
Nunca imaginé poder vivir algo así. Ni cuando corría por calle Corrientes o en Barrio San Martín, o cuando jugaba a la pelota en Riberas del Paraná. No se me cruzaba cuando iba a la escuela Hijas de Cristo Rey, en la primaria, o Nicasio Oroño, en la secundaria.
Nunca. Créanme. Hoy me vienen a la memoria mis días, mis tardes en Villa Constitución. Mis charlas con amigos cuando dábamos la vuelta al perro por el centro, en Avenida San Martín. Reflexiono sobre haberme ido a estudiar a Buenos Aires y perder así mis días con mis seres queridos. Sobre lo que los extraño siempre. Recuerdo mis coberturas en Diario EL SUR, el torneo de la Liga Regional del Sud, el Torneo de la Costa, el vóley, la natación en Riberas, los triatlones en el puerto.
Rememoro momentos no tan gratos y trabajos extras que realizaba, como ser mozo, carnicero, o vendía panchos en la peatonal. Todo eso lo volvería a hacer.
Todo… porque esta vez la vida me vuelve a premiar. Ya lo hizo cuando nació Malena, mi hijita, pero ahora me dio una caricia profesional. Una caricia que nunca voy a olvidar.
Esta fue mi medalla de oro.