Aval municipal para radicarse en un asentamiento

Aval municipal para radicarse en un asentamiento

Un doble conflicto se presentó alrededor del asentamiento que se extiende frente a la dependencia de Prefectura Naval, el cual corresponde al barrio 9 de Julio, sobre el margen que da frente al Club Bartolomé Mitre. Allí comenzaron a levantarse precarias construcciones de madera y chapa, pese a que el prefecto Paulo Baldini había logrado un acuerdo con Marcela Domínguez para que no se sobrepasara cierto límite y que el predio allí existente se destinara a un espacio público compuesto por una cancha de fútbol y una plaza. En principio el acuerdo se respetó y, cuando se levantaron casas en la zona “prohibida”, personal de Prefectura las derribó.
Esta semana una persona comenzó a construir una vivienda en esa zona, pero de material, por lo que los prefecturianos conminaron al sujeto a abandonar el lugar y detener la construcción. Al día siguiente la propia Marcela Domínguez se reunió con el prefecto Baldini, indicándole que la construcción de esa casa estaba aprobada por la Municipalidad dado que quien la iba a habitar tenía por tarea vigilar que el asentamiento no se extendiera y cuidar la plaza. Tanto la Secretaria de Gobierno, Gabriela Chiariotti, por teléfono, como el secretario de Obras y Servicios Públicos, Carlos Rossel, personalmente, confirmaron a Prefectura que esa obra contaba con el aval municipal.
Ayer Diario EL SUR intentó dialogar con la persona que vivirá en la controvertida construcción, pero no se encontraba allí. En cambio un joven que se domicilia con su madre adoptiva y un hermano en una precaria vivienda ubicada a pocos metros, puso de manifiesto el conflicto generado por la decisión municipal de permitir que una nueva vivienda se levante y otras se derriben. Pablo Fernández, tiene 20 años, vivía en la Villa 31, consumió todo tipo de sustancias desde los 9 años y asegura que en nuestra ciudad encontró un lugar donde rehacer su vida y ahora no entiende por qué deben dejar su casa y su vecino no.
“Yo soy de Buenos Aires, soy porteño, vine de la Villa 31, me trajo Marcela Domínguez, porque yo era del MIDJ”, explicó antes de asegurar que se siente discriminado porque debe abandonar el sitio donde levantó la casa mientras que se le permite a su vecino construir sin inconvenientes. “Yo estoy molesto porque supuestamente la Marcela Domínguez nos había dicho que nos iban a dejar acá y ahora nos quieren sacar porque es un chaperío y dicen que va a quedar esa (dijo señalando la construcción de material) ¿Cómo es esta situación? Yo no entiendo”, expresó.
 
“No me van a sacar de acá”
Aclaró que a su madre adoptiva la convencieron para que abandone la casilla y se instale en otro sector de barrio 9 de Julio “pero a mí no me van a sacar de acá, se le va a pudrir todo a la Marcela Domínguez, a Prefectura, a mi no me cabe ninguna, yo la voy a hacer recorta. Pero si ellos le dan una pieza a mi mamá para que se vaya, y que pueda más adelante agrandar, se va a ir, sino no”, manifestó indignado. Afirma que cuando se asentaron allí con su madre y su hermano fue porque se lo permitieron pero “ahora se tiran la bolilla entre la Municipalidad, la Prefectura y la Marcela Domínguez”.
“Yo lo que quiero es que vengan y hablen conmigo, si ellos quieren que mi mamá se vaya, que le den una casa porque ella está en la calle”, reiteró Pablo. “Si no se va a pudrir todo, como se lo dije a la Prefectura, ustedes van a conseguir que yo me saque. A mí no me importa ir en cana, se la voy a hacer recorta, les voy a romper los vidrios, los voy a agarrar a las piñas y si vamos a ir a los tiros, vamos a ir a los tiros. A mí me da lo mismo. Ellos vienen cuando está mi mamá sola, por qué no vienen cuando estoy yo”.

DESDE LA VILLA 31
“Me trajeron porque me querían matar”
Pablo Fernández vive con Rosa Gaitán, quien lo adoptó como a un hijo propio. Ella perdió su casa en un incendio provocado por un sujeto con el que tuvo una relación. “Yo laburo de albañil, me voy a las 6 de la mañana, vengo a las 8 de la noche. Mi mamá a veces vende tortas pero ahora se le rompió la cocina. Somos 3, no molestamos a nadie, no faltamos el respeto, no insultamos. Como en todas las casas, vos te comés tu asado, te tomás, te podés mamar pero después te acostás. Vayan y pregunten a los vecinos si molestamos a alguien”, resume Pablo al preguntársele cómo es su vida. Explica que su madre “del corazón” y hermano son de Villa “yo me viene de Buenos Aires por problemas de la droga, me trajeron porque me querían matar. Acá laburo, acá no me drogo más. No te voy a decir que no me drogo porque me fumo un faso cada tanto y me escabio. Pero yo no fumo más paco, yo fumaba crack, andaba en el bardeo, en todas las boludeces. Tengo 20 años y anduve desde los 9 en la calle, a mí no me van a llevar por delante”.

 
PASO A PASO
1. Una persona comenzó a construir una vivienda de material, por lo que los prefecturianos conminaron al sujeto a abandonar el lugar y detener la construcción.
2. Marcela Domínguez se reunió con el prefecto Baldini, indicándole que la construcción de esa casa estaba aprobada por la Municipalidad.
3. Tanto la Secretaria de Gobierno, Gabriela Chiariotti, por teléfono, como el secretario de Obras y Servicios Públicos, Carlos Rossel, personalmente, confirmaron a Prefectura que esa obra contaba con el aval municipal.
4. Un joven que se domicilia en una precaria vivienda ubicada a pocos metros, puso de manifiesto el conflicto generado por la decisión municipal de permitir que una nueva vivienda se levante y otras se derriben.
 

Redacción El Sur

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