Un viejo nuevo fraude ha llegado a Villa

Un viejo nuevo fraude ha llegado a Villa

POR ALEJANDRO BONGIOVANNI
 
Primero escuché sobre varias personas que habían sido tentadas a participar. Pero supuse que todo el mundo conocía el viejísimo sistema de fraude piramidal y que nadie iba a entrar en alguna de estas estafas que permanentemente se reinventan con diferentes nombres. Luego me enteré que un amigo había puesto los $10.000 que te solicitan para ingresar. Lo habían pescado. Mi amigo se encuentra, como mucha gente, necesitado de generar más de recursos. Le hicieron pues, la promesa ancestral: ganancias jugosas y seguras, y la posibilidad de no cumplir horario ni tener jefe. Luego, sin contrato, ni papel alguno, le hicieron depositar $10.000 en un Rapipago. Que la muchacha que lo introdujo en esta “oportunidad de su vida” lo haya acompañado personalmente a hacer el depósito luego de apurarlo para que decida, es un símbolo que muestra la avidez de los timadores (y la candidez de los timados).
Al enterarme de esto (y de que estaban tratando de “reclutar” para el sistema a más y más villenses), a través de este amigo solicité una entrevista con alguna de las mujeres de San Nicolás y Rosario que ofician de “presentadoras” (se cuidan bien de no decirse “vendedoras” para evitar la responsabilidad que toda venta apareja) simulando estar interesado, con el objeto de confirmar si –como se percibía– se trataba del viejo fraude piramidal. Efectivamente, se trata de una estafa archiconocida que ya tiene más de cien años, basada en el esquema Ponzi, con el agregado decorativo de una serie de productos de belleza. Intentaré explicarlo sintéticamente.
 
Socios y más socios
La propuesta es que una empresa de cosmética (que efectivamente existe) necesita “abrir mercados” para una “futura venta de productos” (cuando pregunté cuándo sería ese momento de “venta masiva” de los productos, me contestaron cualquier cosa: “5 años”, “10 años”, “en el futuro”). Te aclaran bien que uno “no debe dedicarse a vender productos sino a reclutar socios”. ¿Socios para qué? se preguntará el lector. Pues, para que a su vez recluten socios y que estos nuevos socios recluten otros nuevos socios. “Estamos armando la tubería para que luego pase el agua” me dijo la presentadora, sonriendo con muchos dientes. A partir de allí se arma un sistema de ganancias porcentuales que van subiendo de los últimos escalones de la pirámide hacia la cúspide. Básicamente, luego de poner $10.000 y obtener una caja con 4 cremas y dos maquinitas (que sirven “para mostrar los beneficios de entrar al sistema a los familiares o amigos que quieras reclutar”) uno debería dedicarse a conseguir al menos 4 socios que a su vez recluten socios, para poder obtener “puntos”  y “categorías” (ejecutivo, rubí, diamante, etc.) que puedan ser intercambiables por un monto de dinero que todavía ni siquiera se acerca a la inversión que realizaste.
 
¿Por qué es un fraude?
El dinero que ingresa a la pirámide puede provenir o bien de la legítima venta de productos (que no es importante en este negocio) o bien de la ilegítima cuota de reclutamiento (que es el verdadero corazón de este negocio). No hay más que esas dos opciones. Apliquémosla a una pirámide muy pequeña (como la que se muestra en el gráfico) para que se entienda mejor. Allí vemos que hay 16 personas involucradas (desde H a W), lo cual indica que se ingresaron al sistema un total $160.000, que irán hacia arriba, dejando pequeños porcentajes en el camino. Ahora bien, ningún “socio” o grupo de “socios” efectivamente vendió $160.000 de productos cosméticos, entonces: ¿de dónde salió la plata para pagar las “ganancias”? ¡Pues de los mismos “socios”! Les pagan con su misma plata. Son vendedores y clientes al mismo tiempo.
Y como en definitiva es imposible vender la suficiente cantidad de mercadería para sostener un sistema en el que todos son reclutadores (o “vendedores de vendedores”) la pirámide se sostiene sólo durante un tiempo, y las ganancias de los escalones superiores se financian con la pérdida (matemáticamente imposible de eludir) que sufren los escalones inferiores.
Sabiendo lo difícil que es vender $160.000 de cosméticos en una mini-pirámide como la que hice, imaginen lo lisa y llanamente imposible que resulta en una pirámide como la que estos timadores arman, donde hay muchos más eslabones. Imaginemos por caso que cada persona tiene que juntar 4 socios que a su vez junten 4 socios, etcétera: ¡sólo el escalón número 9 de la pirámide ya requiere más reclutados que la población total de Villa! El cálculo es 1x4x4x4x4x4x4x = 65.536 reclutados. En dicho caso, para que nadie de la pirámide salga estafado sería necesario vender ¡655 millones de pesos en cosméticos!
Claramente es un sistema insostenible y fraudulento, que se basa en la ilusión de que puede crearse riqueza sin necesariamente dedicarse a la venta del producto. Lo que se crean son unas ganancias ilegítimas y temporales que suben la pirámide hacia un grupo muy reducido de personas (que son las que se muestran como “casos de éxito”), mientras los riesgos y las pérdidas bajan hacia un grupo numerosísimo de incautos que sostienen el sistema hasta que se dan cuenta.
Juegan con tu necesidad e ilusión, te sacan $10.000 y luego te exhortan a estafar –consciente o inconscientemente– a tus familiares y amigos. Mucha atención. 

Redacción El Sur

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