No pudo ser

Con un Mascherano increíble. Lejos el mejor de la Argentina. Un Messi intermitente, que apareció en primera fase pero no revolucionó el ataque argentino en las otras instancias. Igual siempre te voy a querer Lio, siempre.
Lo de Enzo Pérez fue formidable y Lucas Biglia no desentonó. Se cansó de meter. Higuaín me dejó la sensación de verse agotado. Cansado de tanta fricción y Agüero se vio forzado a ingresar en instancias definitorias y no rindió.
Marco Rojo también se ganó su lugar y fue clave en momentos. “Chiquito” Romero tapó muchas… pelotas y bocas.
Pero no alcanzó. No pudo ser. Superamos instancias. Nos sacamos de encima el karma de los cuartos y llegamos a semifinal.
Atrás Holanda por penales y Alemania, el mejor del Mundial, tuvo a un rival que se le puso a la par.
Pasaron 90 minutos, jugadas dudosas. Goles errados de la Albiceleste y en el final de segundo tiempo suplementario ese golazo de Gotze.
Así terminó el sueño. Con muchas cuestiones que quedarán en el debe pero otras que lograron equilibrar eso con cosas positivas.
Criticar cambios, o a los jugadores que “decepcionaron” (para algunos), a esta altura es injusto. La derrota fue 1 a 0 con el mejor de todos. El que humilló a Brasil.
Con honores los de Sabella se despidieron de un Mundial que los tuvo como protagonistas hasta el final. Se gana y se pierde…
Se ríe y se llora. Así es el fútbol y esta vez el festejo fue al reconocimiento de 11 muchachos que, a falta de buen juego, entregó el corazón.
Hasta el final… hasta ese gol de Gotze. No pudo ser, fue lindo haber tenido la ilusión y ver la unión de la gente desbordante en las calles. Por un mismo objetivo… en un país que hasta la mínima gota divide aguas.
Me siento triste. Pero me alcanzaron 10 minutos después del partido para suturar heridas.
Heridas de hincha. De un argentino como vos, querido lector. Entender que perder con honores y dejando el corazón en la cancha alcanza para que uno se sienta orgulloso. Sentido de pertenencia.
No se dio. No alcanzó. De todas maneras, el país y estos once chicos se unieron en un nuevo abrazo del alma.
Fue un gusto haber compartido mis sensaciones con ustedes. Hasta la próxima, amigos villenses.