A todos los radicales, y a los que no lo son también
Por Ricardo Murialdo y Carlos Defilippi*
Hoy más que nunca debemos recordar a los próceres de nuestro partido que no sólo dijeron, sino que llevaron a la práctica sus palabras.
Hipólito Yrigoyen: “La UCR no es un mero partido político. No es un partido más cuya acción se limita a ser sólo una oposición a las calamidades gubernativas, ni una parcialidad que lucha en su beneficio, ni una composición de lugar para tomar asiento en los gobiernos, sino el mandato patriótico de nuestra nativa solidaridad nacional”.
Raúl Alfonsín: “Todos nuestros actos deben estar regidos por la ética de la solidaridad; ser solidarios éticamente, no acudiendo permanentemente a un mero asistencialismo para mantener el clientelismo político”. Y también dijo: “Un partido político por sí solo, no podrá nunca mantener eficientemente al Estado. Se necesita un consenso, un gran acuerdo nacional para convertir a la Argentina en una gran nación”.
Moisés Lebensohn: “Nos agobia y avergüenza ver a nuestro País debatiéndose en pugnas minúsculas; con líderes políticos y económicos carentes de impulso creador y valiente; sin ansiedad quemante de justicia, exhibiendo en sus luchas, no el coraje abnegado por colocar a nuestra Patria en el clima histórico de la época, sino la apetencia del poder como medio de disfrute”.
Arturo Illia: “Debemos luchar contra la montaña de intereses que se lanzan con toda su violencia y fuerza para impedir la definitiva institucionalización de la República, su recuperación financiera y el desarrollo de una política económica que mire hacia las de siempre postergadas clases populares, víctimas constantes de los sectores del privilegio”.
Aldo Tesio: “El bienestar de los pueblos radica más en el entendimiento de los sectores aparentemente antagónicos, qué en las doctrinas elaboradas en los gabinetes. Argentina necesita para avanzar resueltamente, afirmar el orden entre los hombres de la producción; demos entonces la participación necesaria para que los propios interesados, dirigentes de sus fuentes de trabajo, señalen junto con nosotros el camino”.
“Un pueblo es recién una nación cuando define objetivos comunes y se prepara en conjunto para luchar por ellos”.
Ricardo Balbín: “Los dirigentes políticos deben exponerse con propuestas elevadas al veredicto de los ciudadanos, en elecciones democráticas; luego de ellas deben conciliar sus voluntades en beneficio de la Nación y sus habitantes. Vamos. La hora del Pueblo ha llegado”.
Finalmente decimos con toda firmeza: una sociedad en la que conviven aspectos formales de igualdad política, con desigualdades económicas y sociales de sus integrantes no es democrática, tornándose así caldo de cultivo del consumo de drogas y de la inseguridad, y esto debe ser denunciado por más irritativo que resulte para no ser ni complacientes ni claudicantes.
Con todo lo expresado, nos nace una tenue, modesta esperanza, de que pueda servir aunque más no sea en parte, para motivar la conciencia de cada uno en este momento clave de nuestra historia.
*Concejales mandato cumplido 1985-1989