Palabra por palabra: Marcos Terzaghi

Palabra por palabra: Marcos Terzaghi

Desde el comienzo de la historia, un mismo sueño unió durante siglos a muchos seres humanos: volar. Conquistar el cielo por imitación de las aves o con métodos surgidos de la inteligencia humana, fue la meta que obsesionó a Leonardo Da Vinci, los hermanos Montgolfier o el mismo Jorge Newbery.
El sueño de Marcos Terzaghi (42) también era volar. Pero, como sabemos, en el siglo XXI algunas cosas resultan más simples. Hijo de un trabajador metalúrgico y una docente, vivió hasta los 15 años en nuestra ciudad, de la que conserva los mejores recuerdos. “Jugaba a la pelota, íbamos al puerto, ni me imaginaba un futuro fuera de Villa, pero mi viejo consiguió trabajo en San Luis y nos mudamos, gracias a eso conocí el parapentismo”, cuenta.
“Es un deporte de aventura que integra la montaña y el aire más que ningún otro, y que puede combinarse con otras actividades, como trekking o escalada”, define.

En competencia
El piloto villense participó en diversas competencias en Córdoba (Cuchi Corral, el ‘Pan de Azúcar’ de Cosquín, Niña Paula, Los Túneles), Catamarca (Cuesta del Portezuelo), La Rioja (Cerro de la Cruz) y San Luis (Mirador de los Cóndores), obteniendo el segundo lugar en el Campeonato Amateur de 2011 (categoría serial).
“Los parapentistas tenemos algo de meteorólogos porque aprovechamos las corrientes ascendentes de aire para ganar altura y después transformar esa altura en distancia. La altura del despegue no importa tanto como las condiciones aerológicas”, señala Marcos, para luego explicar que en los cursos básicos de iniciación se aprende meteorología (desde interpretar a simple vista la velocidad del viento y los cúmulos de aire, hasta lograr entender una carta bárica); aerodinamia (para saber por qué vuela o deja de volar un parapente); técnicas de pilotaje (que incluyen despegue y aterrizaje) y primeros auxilios. También se enseña a evitar los pozos de aire que puedan romper el equipo y a resolver situaciones de emergencia, como recomponer el vuelo si se rompe alguna de las cuerdas que sostienen la vela. “No es difícil, todo es cuestión de práctica”, asegura.

Un poco de historia
Terzaghi explica que los orígenes de la actividad hay que buscarlos en los Alpes franceses, cuando en 1978 dos paracaidistas decidieron volar con sus equipos pero despegando desde la pendiente de un cero en lugar de un avión. La facilidad y economía en el aprendizaje hicieron que el nuevo aerodeporte cobrara una gran popularidad en Europa.
Argentina tuvo sus primeros parapentistas en 1986, cuando algunos paracaidistas adoptaron la variante, pero recién diez años después la actividad comenzó a ganar un creciente número de adeptos. “En los ’90 esta actividad dio un vuelco porque comenzaron a fabricarse velas que dejaron de ser paracaídas para pasar a ser verdaderas alas”, comenta Marcos.
A nivel mundial, las pautas las marca la Federación Aeronáutica Internacional (FAI), que establece que un futuro parapentista puede iniciarse en la actividad si reúne los siguientes requisitos: tener un mínimo de 14 años (y estar autorizado por los padres), o bien ser mayor de 18; aprobar un examen psicofísico y un curso básico teórico-práctico dictado por alguna escuela reconocida por la FAI.

La Banderita
Desde que obtuvo el subcampeonato, Marcos se desempeña como instructor en una escuela ubicada en el cerro La Banderita, de La Falda, Córdoba, que tiene 1300 metros de altura y 550 de desnivel. “El acceso es fácil porque se puede llegar con vehículos de tracción simple, mientras que en otros lugares, para volar tenés que llegar con una 4 x 4 o subir con aerosilla. Además tenemos una pendiente suave donde se puede aprender a desplegar la vela con facilidad y correr sin llegar a despegar”, afirma el villense, casi al borde de la promoción publicitaria. “No puedo ocultar el entusiasmo. Es que puedo trabajar de lo que me gusta y seguir capacitándome, aprender, mejorar… y seguir viviendo con viento de cola”, bromea Marcos.

¿Cuál es su palabra favorita?
Amor.

¿Cuál es la palabra que menos le gusta?
Rencor.

¿Qué es lo que más le causa placer?
Volar.

¿Qué es lo que más le desagrada?
Los atropellos y las injusticias.

¿Cuál es el sonido o ruido que más placer le produce?
Los sonidos de la naturaleza, en general. El ruido del viento. La voz de mis hijos.

¿Cuál es el sonido o ruido que menos le gusta escuchar?
Todos los ruidos de la vida urbana. Me desacostumbré.

¿Cuál es su grosería favorita?
Digo ‘boludo’ a cada rato, mi mujer me reta, por los chicos… pero no puedo evitarlo, boludo.

Aparte de su actividad, ¿qué otra profesión u oficio le hubiese gustado ejercer?
Metalúrgico, como mi viejo. Creo que a él también le hubiera gustado.

¿Qué profesión nunca ejercería?
Administrativo o contador. ¡No me encierren en una oficina!

Si el Cielo existiera y se encontrara a Dios en la puerta ¿Qué le gustaría que Dios le dijera al llegar?
Bienvenido.

El cuestionario utilizado en esta sección es el mismo que James Lipton hizo famoso en su programa “Inside the Actors Studio”, pero originalmente fue utilizado por Bernard Pivot en la televisión francesa. Estas preguntas no sólo permiten saber un poco más de alguien, también ayudan a “sacar conversación” o a mostrar algo inusual en una persona que se conoce o se cree conocer.

Redacción El Sur

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

A %d blogueros les gusta esto: