Delincuente robó en tres barrios y fue detenido

Delincuente robó en tres barrios y fue detenido

Un delincuente fue detenido ayer por la mañana luego que cometiera el tercer robo de una serie que inició el sábado por la noche. En todos los casos su modo de operar fue similar: ingresó al local, sorprendió a la propietaria, tomó la caja registradora y huyó a la carrera con su botín. En esta oportunidad sus víctimas fueron todas mujeres, Matilde, propietaria de una despensa y rotisería ubicada en Carbonell al 4200, en barrio Sagrado Corazón; Nélida, dueña de un almacén, sito en Patricias Argentinas al 880 de barrio Industrial y Emilia, titular de un kiosco situado en Rivarola al 4400, de barrio Galotto. Lo llamativo es que el malhechor, de 20 años, se domicilia en Uruguay y Bolivia, del primero de los vecindarios, es conocido por sus víctimas y tiene una larga lista de robos perpetrados en la zona.
El primero de los robos tuvo lugar el sábado a las 20.30 en momentos en que Matilde se encontraba cocinando, en ese momento oyó que alguien ingresaba al comercio por lo que le manifestó al supuesto cliente: “Ya voy”, pero al no tener respuesta acudió rápidamente al local. “En eso me tira la balanza y una caja con mercadería que estaba arriba del mostrador, agarró la caja (registradora) y se fue. Entonces lo salgo a correr y en la esquina había una moto que lo levantó. Los vecinos vieron cuando se iba con la caja y vieron en la casa que entraba. Yo por la carita que alcancé a ver me di cuenta que era él porque se ha criado acá”, relató Matilde. “En otro negocio ya fue cuatro veces a robar, hasta con un palo fue”, agregó.
Ese otro negocio es el de Nélida, ubicado a unas tres cuadras, quien manifestó que “este es el cuarto robo que sufro, fue el sábado a las 8 de la noche. Entro un chico, dijo: -Esto es un robo, y arrancó la caja registradora, tiró todo y se fue. Salieron los vecinos y mi hijo a seguirlo y entró en una casa que acá en el barrio, es un aguantadero”. Ese escondite está ubicado sobre calle Facundo Quiroga y según los vecinos en reiteradas oportunidades lo denunciaron a la Policía sin obtener resultados. “La bronca que tengo hoy es por la impunidad que tienen, además vos les decís (a la Policía) quiénes son, adónde entran y no pasa nada, ni siquiera lo allanan. No sé si no quieren, o no pueden”.

“No sé qué hacer”
Asimismo agregó que siente que los delincuentes se cebaron con su negocio y que “siempre es la misma banda y en estos tres barrios nos tienen a tras perder y a mi especialmente. Es la cuarta vez que me roban, en diciembre le pusieron el arma en la cabeza a mi empleada. Eso es muy peligroso porque es poco lo que uno puede llegar a tener en la caja”. También ocurre como en este caso que “entran corriendo, te toman de sorpresa, te arrancan lo que tenés y se van” y expresó desalentada “no sé qué podemos hacer nosotros si la Policía no hace nada, qué podemos hacer si lo único que sabemos es trabajar y nada más. Estás 16, 17 horas encerrada en tu negocio y vienen y te llevan lo poco que podés hacer durante el día”.
El raid delictivo de este ladrón terminó ayer por la mañana tras llevarse la caja registradora de Emilia. La víctima contó que aproximadamente “a los 8.30 de la mañana entró un chico de campera azul, con capucha, agarró la caja registradora y salió a correr para el lado del zanjón (que divide Sagrado Corazón de Galotto). Fueron cinco segundos”. Por fortuna el atraco fue advertido por un remisero que “paró sobre el puente, empezó a tocar bocina y se ve que llamó a la Policía” a ellos “se sumó una vecina que acompañó a mi marido que lo salió a correr y la Policía fue a la casa y lo agarró. Ya saben quién es”.

Apresado
Por su parte el subjefe de la Cria. 13ª, oficial principal Flavio Aranda destacó que “por el modus operandi de la persona autora del hecho se produjo la detención de un masculino por personal del Comando Radioeléctrico y se puso todo a disposición de la Justicia.
Con respecto a los robos en los tres vecindarios Emilia aseguró que este tipo de situaciones se repiten en la zona y la inseguridad lleva a los comerciantes a trabajar a puertas cerradas. “Es un peligro, la puerta la abro a las 8.30 de la mañana, pero ahora tendré que abrir más tarde, y por la tarde a las 5 o 6 ya pongo la reja”, y lamentó que por ello hayan perdido hasta la costumbre de sentarse en la vereda de su negocio. Con la voz entrecortada recordó que “hace 14 años, cuando vine acá, me sentaba en la vereda y desde allí trabajaba, eso no lo puedo hacer más”.

Redacción El Sur

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