Palabra por palabra: Patricia Rubiola y Eduardo Ramírez

Palabra por palabra: Patricia Rubiola y Eduardo Ramírez

La oficina de “Tatu” y “Pato” es la más grande de la ciudad. Se extiende desde los muros de un club hasta la garita más alejada del centro y su horario de atención al público se verifica ante la sola presencia de una moto o una escalera en el lugar de trabajo. Ahí están ellos: ‘Pintores’. El nombre del emprendimiento es preciso y unívoco.
Eduardo Ramírez y Patricia Rubiola se desempeñan desde hace 15 años en el último eslabón de la publicidad en vía pública: sus pinceladas recorren los refugios del colectivo y las paredes perimetrales de los clubes Porvenir Talleres y Riberas del Paraná, con un trabajo artesanal que también está presente en las fachadas y carteles de numerosos comercios y en murales de grandes dimensiones, desde el famoso tigre de una estación de servicio hasta el techo de una confitería bailable.
Eduardo es técnico superior en Publicidad y ambos estudiaron el Profesorado de Artes Visuales en San Nicolás y se graduaron como licenciados en Escultura.
“La clave está en el desafío”, resumen. Cada trabajo es una apuesta, una invitación a involucrarse en proyectos de terceros para resolver el rompecabezas con ingenio, creatividad y talento. “Cuando me dicen ‘¿te animás…?’, no terminan la frase porque ya les dije que sí”, afirma “Tatu”.
Esto explica su experiencia en múltiples rubros. La restauración –ad honorem– del Vía Crucis de la Parroquia San Pablo Apóstol y la pintada de pasacalles para campañas políticas. El busto de Raúl Alfonsín –que aún espera su destino– y las curvas en las paredes de un hipermercado. El ‘animal print’ con aerógrafo en las persianas de una boutique y la policromía estampada en una pinturería, con 32 colores en 40 metros lineales.

Lejos de la bohemia
La astrología interpreta claramente la naturaleza de esta pareja de geminianos. Son eclécticos, no les gusta la rutina ni atarse a un solo lugar, buscan todos los días algo distinto, disfrutan de la novedad y la variedad, tienen mucha energía, son constantes y exigentes. Una lista de condiciones que empalma perfectamente con la actividad que desarrollan y que ellos aprendieron a conectar directamente con sus conocimientos artísticos.
Es un placer verlos trabajar en la calle y que todo parezca tan sencillo. Una tarde de otoño, por ejemplo, cuando terminaron de pintar el frente de un comercio, los dueños del negocio y los circunstanciales clientes salieron a la vereda para aplaudir el producto final.
Aunque no todos lo entienden así. Como ese hombre que se detuvo detrás de la escalera y señaló la figura del pintor entrecano que pisaba el último escalón. “Eso le pasa por no haber estudiado”, dijo altanero. Hubo que contarle que “la bestia con el pincel en la mano” había cursado dos carreras y que su trabajo era reconocido en la ciudad por su calidad y nivel de cumplimiento.
Y algo más. Los artistas siempre han buscado la belleza a través de la armonía, que se logra básicamente a través de la proporción, una de las principales habilidades de Eduardo. “¡Qué pulso que tenés!”, le dicen.
“Me encantan las grandes superficies. Siempre le digo a Pato que esto es un ejercicio para llegar a pintar un edificio entero. Eso estaría buenísimo”, concluye “Tatu”. Y pone en marcha otro desafío…

¿Cuál es tu palabra favorita?

ER: Libertad.
PR: Anteojito. Es una palabra que siempre me gustó. Suena muy bien.

¿Cuál es la palabra que menos te gusta?

ER: No sé. Para mí es imperdonable que me contesten eso.
PR: Mugre.

¿Qué es lo que más te causa placer?

ER: Compartir.
PR: Descansar.

¿Qué es lo que más te desagrada?

ER: El silencio, la soledad.
PR: Los gritos.

¿Cuál es tu grosería favorita?

ER: Digo malas palabras pero no tengo ninguna preferida. Cuando me enojo, lo que siempre les grito a mi mujer y a mi perro es: ‘Me tienen podrido’.
PR: Concha de tu madre.

Aparte de tu oficio ¿qué otra profesión u oficio te hubiese gustado ejercer?

ER: Arquitecto. Llegué a inscribirme en la Facultad pero era una etapa complicada, especialmente desde el punto de vista económico.
PR: Abogada. También me inscribí pero no pudo ser.

¿Qué oficio o profesión nunca ejercerías?

ER: Una profesión que me obligara a cambiar mi personalidad, mi forma de ser o mi apariencia.
PR: Mucama. No estoy menospreciando, simplemente no me gusta la escoba.

Si el Cielo existiera y te encontraras a Dios en la puerta ¿Qué te gustaría que Dios te dijera al llegar?

ER: Hiciste las cosas bien.
PR: Volvé.

Redacción El Sur

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