Si no acaba el mundo por Alejandro Bongiovanni
Tormentas, inundaciones, huracanes, nubes tóxicas y lluvia de meteoros. Pavada de señales para abonar la predicción maya de que el mundo tiene fecha de vencimiento este 21 de diciembre, o 21-D, si preferimos los términos combativos que están de moda. Así que por las dudas, mejor abracemos a los seres queridos, comamos un buen y último asado, y digamos adiós, porque el viernes quizás se acabe lo que se daba. C`est fini. Caput.
Ahora bien, si los mayas le erraron al prode y el sábado 22 de diciembre nos encuentra vivitos y coleando, vamos a tener que encarar una serie de problemas estructurales muy importantes, producto de que tanto la Nación como los gobiernos provinciales han gestionado –justamente– como si no hubiera mañana.
Para el mes de octubre el déficit fiscal de la Nación fue un 36% superior al que tenía a esta altura del año, en 2011. Este gran rojo sería mucho mayor si no fuera por la plata que el Estado recibió de ANSES (en desmedro de los jubilados) y del BCRA (la impresora que genera inflación).
Además, se triplicó el déficit operativo de las empresas públicas respecto al año pasado. Las provincias no han sido menos cautelosas con el gasto y se espera que el déficit consolidado del conjunto de jurisdicciones provinciales trepe a 19.000 millones de pesos.
Nunca en la historia argentina, la nación, las provincias y los municipios recaudaron tanto dinero. La presión fiscal es récord total. Somos el país que más exprime a sus contribuyentes. El promedio de gravámenes nacionales, provinciales y municipales representa el 36,6% del Producto Bruto Interno (PBI).
Un ciudadano que paga todos sus impuestos trabaja medio año exclusivamente para pagarle a los diferentes niveles del Estado. A cambio, recibe infraestructura precaria, rutas peligrosas, deteriorada salud pública, inseguridad creciente, baja calidad educativa y cortes de luz y energía periódicos.
Concluyo. Este año no fue electoral. Se debería haber hecho mucho y se hizo bien poco. ¿Qué se puede esperar del 2013, donde los funcionarios dedicarán su tiempo –y nuestro dinero– a llevar adelante sus campañas? Ya veremos que sucede el 21 de diciembre. Por lo pronto, la realidad es que se ha venido gestionando como si el mundo se acabase mañana.