Día del Padre
‘Era rubia y sus ojos celestes
reflejaban la gloria del día
y cantaba como una calandria,
la pulpera de Santa Lucia…’, solías cantarme de niña, el tiempo no ha borrado tu voz de mi mente.
Me ha tomado muchos años el poder valorar lo que has hecho por mí. Ahora lo comprendo y no tengo como expresar mi gratitud. Una gratitud que no te podre pagar jamás.
Me has dado mucho; tu sabiduría, tu ejemplo recto, tu tiempo, tu amor, tu paciencia. Me distes la vela y el mar y me dejaste navegar. Me brindaste tu apoyo incondicional mientras me veías partir buscando nuevas experiencias, nuevos horizontes.
Espero no haberte defraudado. Fuiste y sos mi pilar fundamental en todo.
Mi mayor orgullo siempre ha sido ser tu hija; con tu forma de ser aprendí a ser más humana y sensible con el que sufre o carece de afecto. Me diste el ejemplo al poner la otra mejilla, al no dejar que la mala intención destruya mi fe en las personas.
Cuando era niña, mientras con paciencia respondías a mis infinitas preguntas sobre la vida y la muerte, me permitiste verte llorar.
Siento ser el reflejo de tus virtudes y defectos… tengo quizás hasta tu misma altura, tu cara seria pero iluminada por una sonrisa amable.
Quiero que sepas, que todo lo que logré es gracias a vos. Siempre ocuparás una posición de honor en mi corazón, en mi mente, en mis frutos…
Te quiero papi.
Vicky Perracino