¿Usted quiere oposición? Por Alejandro Bongiovanni

La democracia se nutre de disenso, de debate, de heterogeneidad filosófica y política. Lo contrario es la doctrina del pensamiento único, en la que se traza una línea en el suelo y se divide, según el arbitrio de quien hace la división, entre buenos versus malos. Flaco debate, sin embargo, puede apreciarse actualmente en temas de alto calibre y relevancia social. Pobrísima oposición a la glotonería del Gobierno quien, con su máscara progresista cada vez más floja, va dejando ver el rostro autoritario que siempre tuvo, mientras acapara más y más, siguiendo su autorreferencial alegato “vamos por todo”.
¿Qué sucede? ¿Nos hemos vuelto todos kirchneristas? Nada de eso. No obstante, estamos atravesando un momento doblemente histórico que tiene características bien definidas. Por un lado, la creación de un movimiento de verdaderos fanáticos, alimentados por una inteligente y constante penetración mediática, una cuantiosa (ya no tanto) caja de fondos públicos, y una excelente selección de batallas –mucho más ficticias que reales– que inflamaron el sentir popular argentino, siempre dado a estas inclinaciones por nuestro carácter romántico y apasionado.
Por el otro, quienes no coincidimos con este modelo asistimos al bamboleo discursivo de un grupo de referentes más o menos abúlicos a los que el traje de oposición les queda holgado, dado que ni han granjeado un caudal de votos o popularidad que les brinde verdadero peso específico; ni tampoco se han opuesto prácticamente a ninguna política del oficialismo.
¿Cuál es la estrategia de los referentes de la “oposición”? ¿Esperan acaso que todo vuele por los aires para luego elevarse como el ave Fénix? ¿Creen que entonces, la sociedad no les pasará ningún tipo de factura por su inactividad, cuando no por su apoyo explícito a las políticas populistas del kirchnerismo?
Hermes Binner (17% de los votos hace un año) está, hasta cierto punto, maniatado. Santa Fe –gracias a que el federalismo ha sido muerto y enterrado– depende mucho de que la Nación sea “generosa” y devuelva algunas migas de todo lo que la provincia produce (30% de las exportaciones argentinas), caso contrario, la situación santafesina se puede complicar mucho. Por esto, si bien Binner lanza dardos al oficialismo, éstos tienen la punta roma. Igualmente, el Frente Amplio Progresista ha apoyado todos los proyectos relevantes que presentó el Frente para la Victoria, incluso la expropiación del 51% de acciones de Repsol-YPF. Binner dijo –con todo acierto– que el kirchnerismo “confunde Partido, Gobierno y Estado”. ¿No hubiese sido mejor entonces, no votar a favor de dar YPF a la cúpula de un gobierno semejante?
Ricardo Alfonsín (11%) atraviesa una crisis, quizás terminal, de uno de los partidos históricamente más serios y mejor plantados institucionalmente del país. Alfonsín, que también apoyó la re-estatización de YPF, dijo “ahora se van a comenzar a notar las consecuencias de los errores que cometieron. La primera que ya se advierte es la que tienen con el petróleo y el gas”. Alfonsín entiende que el kirchnerismo va a fracasar en la gestión de YPF, pero como está de acuerdo in abstracto con que ésta sea estatal, apoya la medida, lo cual bien puede lucir como un acto de irresponsabilidad política. ¿Se puede votar una medida por considerarla buena per se, descontextualizándola de los protagonistas? ¿Alfonsín realmente considera beneficioso que este Gobierno se haga cargo de YPF?
Alberto Rodriguez Saá (8%), a través de su hermano Adolfo, fue de los pocos que se abstuvieron de refrendar la medida contra Repsol. Carrió (2%), cada vez más sola, por su parte también rechazó la expropiación, acusando de criminales a los que permitieron el vaciamiento de YPF. Ninguno, sin embargo –mucho menos Carrió, quien se encuentra lamentablemente en las postrimerías de su carrera política– representa una seria amenaza al oficialismo.
Macri, quien gambeteó la última elección presidencial –lo cual pudo ser un acierto o no según quien lo analice– fue uno de los primeros en declarar su total rechazo a la medida. A él apuntan fundamentalmente los cañones del kirchnerismo en los últimos años. Si el Jefe de Gobierno de Buenos Aires tiene o no la entidad y vocación necesaria para enfrentarse electoralmente al kirchnerismo, pertenece a los inciertos distritos del futuro.
Finalmente, Cristina (54%) continúa impertérrita, sin que la inflación, la desaceleración de la actividad económica o el aislacionismo internacional, logren inquietarla. La Presidenta puede darse el lujo de marcar la cancha, definir los temas a discutir por la sociedad, ver cómo los diferentes partidos se pelean internamente a causa de ellos, presenciar cómo igualmente votan a favor suyo y, finalmente, mantenerlos mudos mientras en el Congreso se canta la Marcha Peronista festejando “la nueva conquista de este Gobierno”.
Conclusión: Si usted quiere oposición, el domingo ponga a Lanata.

Redacción El Sur

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