¿Un techo al precio del techo? Por Alejandro Bongiovanni
Alquilar un inmueble resulta, además de un verdadero incordio, una actividad muy onerosa. El locatario debe cumplimentar varios requisitos para ser admitido, que van desde garantías leoninas hasta –según la inmobiliaria– radiografías de tórax y buco dental. En este contexto, el déficit habitacional es un problema común en casi todo el territorio nacional. ¿Se puede solucionar con una ley de precios de alquileres? Por supuesto que no.
Sin embargo, dos senadores fueguinos del FPV, pretenden desempolvar la vieja –y resonantemente fracasada– medida de congelar alquileres, desestimando no sólo lo que dice la teoría económica, sino fundamentalmente, lo que nos enseñó la historia argentina.
La teoría económica explica que, de manera necesaria, cualquier fijación de precio máximo generará escasez. Ejemplifiquemos: el Gobierno establece que el litro de leche podrá cobrarse como máximo, $1, cuando el precio de mercado es de $2 (uso número redondos y, lamentablemente, imaginarios). Los consumidores, contentos. De hecho, mucha gente que a $2 no compraba leche, ahora con un precio menor, se inclina al producto.
Los productores, en cambio, tienen problemas, dado que sufren una caída de su rentabilidad. Es más, los productores marginales (los que, por ser más pequeños o tener menos capacidad instalada le “sacan menos ganancia” a cada litro de leche) descubren que producir leche ya no les resulta rentable y deben cerrar su negocio. Resultado: se amplió artificialmente la demanda, y del mismo modo se contrajo la oferta. Esto produce que sólo puedan producir leche las empresas más grandes (desapareciendo las pequeñas) y que sólo una porción de la población pueda abastecerse del producto, dado que a ese precio se producen muchos menos litros de leche que antes. Finalmente, la medida concluye con la creación de un “mercado negro” (donde el producto se consigue a un precio muchísimo más alto que el que tenía antes de la medida) y la destrucción de las inversiones productivas (en este ejemplo, en tambos).
La lógica de los precios máximos no es ajena a los contratos de locación. De hecho, en este rubro, tenemos antecedentes empíricos que demuestran en la práctica lo que enseña la teoría. Con el advenimiento del General Perón, se dictó la “Ley de Alquileres y Desalojos Urbanos” que congelando precios desde 1943 a 1955 destruyó el mercado inmobiliario, acentuando de manera considerable el déficit habitacional, y provocando la creación de las primeras villas miserias en el cordón bonaerense.
Por lo dicho, es lamentable que la supina ignorancia de algunos legisladores sobre la teoría económica y la historia económica argentina, nos lleve a discutir sobre temas que ya deberían estar superados.
Seguridad jurídica, que tiente a los inversores a actividades productivas en lugar de “refugiarse en ladrillos”; créditos blandos para las personas que pretenden la casa propia; y planes de vivienda limpios de corrupción y cohecho; son medidas que ayudarían a encarar la cuestión de la vivienda con la seriedad y profesionalismo que el tema merece.