¿Convencimiento estatista o reivindicación patriótica? Por Alejandro Bongiovanni
La sociedad argentina se ha expresado mayoritariamente a favor de la confiscación –disfrazada de expropiación legal– del 51% de las acciones de YPF, por lo que cabe preguntarse si se trata de un férreo convencimiento estatista, o de una mera excepción, dada la importancia de la bandera YPF.
Para la mayoría de los argentinos, la nacionalización de YPF ha sido acertada.
La sociedad ha aplaudido con fervor la cruzada contra Repsol, entendiéndola como la recuperación de un baluarte histórico. De mucho ha servido para esto el packaging con el que inteligentemente el Gobierno ha revestido la medida, que prácticamente iguala la arremetida de Axel Kicillof y Julio De Vido contra la empresa española, con la que propinaron José de San Martín y Justo Germán Bermúdez a las tropas realistas en San Lorenzo.
Según Managment & Fit, el 50,2% de la población nacional está de acuerdo con la medida, frente a un 34,6% que no coincide, y un 15,2% que no sabe. Se desconoce, o meramente se desdeña, que de este modo no se recupera la pretendida soberanía energética (la empresa sólo representa un tercio del mercado petrolero y un cuarto del mercado del gas), ni se soluciona la crisis energética, producida en varios años de gestión del mismísimo De Vido. Puede concluirse que en temas como el energético, la sociedad entiende que la nacionalización es el remedio más conservador y seguro. Lamentablemente, el capitalismo de amigos –variable mucho más salvaje y denominador común tanto de las privatizaciones menemistas como de las nacionalizaciones kirchernistas– no es temido socialmente hasta que alcanza niveles de deterioro irremediables.
El estado de la Oposición muestra poca oposición al Estado.
Tanto el sector de la UCR; como el Frente Amplio Progresista, que lidera Hermes Binner; y los aliados de Proyecto Sur, de Fernando Solanas, apoyan la medida de expropiación de las acciones de Repsol, lo cual no deja de ser llamativo. Cabe preguntarse ¿cuál es el rol de la oposición, cuando por un lado critican la gestión del Ejecutivo –corroída de corrupción y arbitraria en lo que respecta al manejo de los fondos públicos– y por el otro operan como levantamanos puntuales de toda medida que éste proponga en pos de engordar las arcas oficiales?
El Gobierno: privatista o estatista según corresponda.
Nadie ignora que los Kirchner estaban rabiosamente a favor de la privatización de YPF, efectuada por Carlos Menem, para ellos por entonces “el mejor presidente de la historia”. Gracias a la privatización, los Kirchner embolsaron 500 millones de dólares –que nunca reaparecieron– de su provincia petrolera. En 1992, la legisladora Cristina Fernández decía: “En lo económico (la privatización de YPF) posibilita la mejora de nuestras cuentas y en lo institucional nos torna creíbles y respetables (…) Pido que se posibilite el tratamiento y la sanción del proyecto”.
Diez años después, la necesidad, que tiene cara de hereje, obliga a seguir la senda opuesta. Nos dice Cristina hoy: “Lo único que lamento es que Él no pueda…yo creo que desde algún lugar lo está viendo…pero me gustaría que me estuviera mirando ahora. Porque Él siempre soñó en recuperar YPF para el país”.